La empresa de telecomunicaciones es uno de los valores más representativos de la bolsa española, pero durante los últimos años ha perdido protagonismo arrastrada por su mal comportamiento.
Durante el mandato del expresidente Cesar Alierta, recientemente fallecido, llegó a superar los 100.000 millones de euros de valoración. Aunque desde los máximos de 2007, el precio no ha parado de caer. En estos momentos cotiza en niveles de mínimos históricos muy condicionada por su elevado endeudamiento, la reducción de márgenes y la mayor competencia.
La “época dorada” de Telefónica fue precisamente con Alierta en el poder, tras la privatización de finales de los noventa y coincidiendo con grandes avances tecnológicos como la irrupción de internet. El fuerte crecimiento de la compañía estuvo impulsado por el desarrollo de las líneas telefónicas y de banda ancha, y por un ambicioso plan de expansión internacional. Aunque esto le permitió un sólido crecimiento de los beneficios en su fase inicial, le llevó a un nivel de endeudamiento que se ha convertido en su mayor lastre.
Desde que César Alierta fue nombrado presidente de la compañía en el año 2000 hasta el final de su mandato en 2016, el número de clientes pasó de 68 a 322 millones, mientras que los ingresos crecieron de media un 3,8% anualizado. Durante este periodo, no logró mantener una tasa de crecimiento estable, y a pesar de que en 2011 creció un 7,5%, alcanzando así un récord histórico de ingresos de 62.837 millones de euros, estos empezaron a caer progresivamente hasta los 52.036 millones en 2016.
Algo que tampoco mejoró de manera consistente fue el beneficio por acción, que pasó de 0,58€ en el 2000 a 0,42€ en el 2016. Por tanto, pese al aumento de las ventas, César Alierta no fue capaz de transformarlo en beneficio para el accionista. Aunque lo más reseñable, es que ahí empezaba el problema de la deuda para Telefónica, puesto que su deuda neta, descontando a la deuda bruta la caja de la compañía, creció en el periodo entre el 2000 y 2016 un 4,5% de media cada año, una tasa superior incluso a la de los ingresos. De hecho, su ratio de apalancamiento deuda neta/Ebitda llegó a ser de 4 veces, cerrando el 2016 con 3,4 veces.
La combinación de una progresiva caída del beneficio por acción y un aumento del apalancamiento, provocó la pérdida de confianza de muchos accionistas, lo que llevó a la capitalización bursátil de la empresa a caer desde los 74.831 millones de euros a finales del año 2000 a los 44.433 millones de euros a finales del 2016. Un descenso de más del 40% en 16 años, una agonía lenta pero profunda. Por último, cabe destacar el inicio de lo que se ha convertido en una de sus señas de identidad, la rentabilidad por dividendo. Esta retribución al accionista se inició en 2002 y fue en 2009 cuando se situó en alrededor de 5%.
Hubo un tiempo en que Telefónica estaba presente en la gran mayoría de carteras de inversión de bolsa española por su posición dominante dentro del sector y sus ambiciosos planes de expansión. Pero la imposibilidad para amortizar las fuertes inversiones en infraestructuras y el bajo crecimiento en algunas regiones le ha llevado a otra realidad. A pesar de que continúa esforzándose en mantener el dividendo ha establecido unos objetivos de crecimiento muy prudentes y que no invitan al optimismo.
Joaquín Robles, Analista de XTB
Joaquín Robles estudió Ciencias Empresariales en la UFV y completó su formación en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) y el Instituto de Empresa (IE). Posee la acreditación European Financial Advisor de la asociación EFPA y la de Gestor de Patrimonios del IEAF. Es colaborador habitual en los principales medios de comunicación y trabaja en XTB desde 2013