Para muchos analistas la bolsa se ha convertido en un conflicto entre las acciones de valor y las acciones de crecimiento.
“El crecimiento está superando al valor” (o al revés) es siempre un buen titular”.
Siguiendo con este concepto, las acciones de valor se definen como aquellas fundamentalmente baratas y, por lo tanto, es posible, en cualquier índice, señalar el lado de valor de ese índice, mientras que las acciones de crecimiento se definen como acciones con perspectivas de crecimiento superiores a la media.
Una vez más, se puede observar un índice y señalar los valores con mayor crecimiento. De hecho, desde la década de 1980, los principales proveedores de índices han dividido sus índices principales en dos, uno de crecimiento y otro de valor.
A pesar de que pueda ser una visión superficial y responda a la tendencia del ser humano a las falsas dicotomías, es cierto que esta narrativa explica bastante bien los resultados de la renta variable en los últimos diez años. Desde el dominio abrumador de las acciones de crecimiento, en un entorno de tipos de interés negativos, en el que la inversión era barata, hasta el inicio de un resurgimiento del valor el año pasado, como consecuencia del ciclo restrictivo más agresivo en décadas.
Con todo, la mayoría de las cosas de nuestro mundo no pueden reducirse a una simple elección. Los académicos han demostrado en las últimas cinco décadas que pueden utilizarse otros muchos factores para segmentar y fragmentar los mercados y crear carteras de rendimiento superior. Si se revisa la rentabilidad de los siete factores principales en los últimos diez años, observamos que mientras que el Crecimiento batió al mercado en un 1,6% anual y el Valor obtuvo una rentabilidad inferior en un 1,9% anual, el factor más fuerte fue, de hecho, la Calidad, con una rentabilidad superior en un 2,3% anual.
Mirando hacia la calidad
Por tanto, ¿sería valor de Calidad o Crecimiento? Empleando la Calidad como tercera perspectiva, observamos que las empresas del índice de valor son, por término medio, menos rentables que las del índice de referencia; y que las del índice de crecimiento son, de promedio, más rentables.
El 23% del índice de valor de S&P 500 presenta una rentabilidad financiera (ROE) inferior al 10%, frente a menos del 5% del índice de crecimiento de S&P 500. Por otro lado, el 25% del índice de crecimiento de S&P 500 tiene más del 50% en ROE en comparación con menos del 5% para el índice de valor.
Lo que, por el contrario, resulta fascinante es que en el índice de valor todavía hay algunas empresas muy rentables y en el índice de crecimiento aún hay algunas empresas no rentables. En otras palabras, la dicotomía valor/crecimiento es muy diferente de la de alta calidad/baja calidad.
La historia da pistas
Desde el punto de vista histórico, el valor de alta calidad ha superado al crecimiento de alta calidad. A partir de datos académicos, es posible dividir los mercados de la bolsa estadounidenses desde los años 60 en grupos en función de los datos estructurales.
Así, se observaría que la selección de empresas rentables con un PER (Precio entre los beneficios de una acción) elevado habría superado el rendimiento del mercado desde los años 60, pero habría sido inferior al rendimiento de las empresas rentables en general. Por el contrario, la selección de empresas de alta calidad más baratas habría superado el rendimiento tanto del mercado como de la agrupación general de alta calidad.
Dicho de otro modo, el valor de calidad ha superado al crecimiento de calidad durante los últimos 60 años en los mercados de renta variable estadounidenses. Si analizamos otras zonas geográficas, como Europa, observamos resultados similares.
De cara a 2023, el riesgo de recesión sigue amenazando al mercado como si fuera la espada de Damocles. Aunque la inflación se ha moderado, se espera que los bancos centrales sigan mostrándose agresivos en todo el mundo, ya que la inflación sigue estando significativamente por encima de los objetivos.
El plan de comunicación de los miembros del Comité Federal de Mercados Abiertos de la Reserva Federal es un ejemplo más de este “tono agresivo”. Dado que los mercados se enfrentan en 2023 a muchos de los mismos problemas que en la segunda mitad de 2022, parece que las inversiones resistentes que se inclinan por la Calidad y el Valor y que han funcionado especialmente bien en 2022 podrían seguir sacando beneficios interesantes.