Ayer arrancó el Mundial de Fútbol que, por primera vez en su historia, se celebra durante los meses de noviembre y diciembre.
Es uno de los eventos deportivos más seguidos, lo que atrae a una multitud de anunciantes. Entre los principales, destacan las marcas de equipación deportiva, que se encargan de vestir a los combinados nacionales. Nike, Adidas y Puma patrocinan a 26 de las 32 selecciones que participan en el torneo, entre los que se encuentran los principales favoritos, como Brasil, Argentina, Francia y España.
En los últimos meses, las marcas de ropa deportiva han sufrido descensos superiores al 50% ante diversos factores, como la subida de las materias primas, los problemas en las cadenas de suministro y las perspectivas de un menor consumo. Aunque algunas de ellas parece que todavía no han tocado suelo, muchos inversores esperan que el mundial de fútbol pueda servir de catalizador para impulsar sus ventas y detener las caídas. Para esta edición se espera que se vendan 14,9 millones de camisetas, ligeramente por debajo del récord del mundial de Brasil de 2014, cuando se vendieron 17,7 millones.
La perspectiva de un menor consumo y los estrechamientos en los márgenes de beneficio están aumentando las dudas de los inversores. Aunque el nivel de ventas continúa siendo sólido, preocupan las fuertes variaciones en los tipos de cambio y la gran acumulación de inventario, que en estos momentos se encuentra en niveles récord. Aunque nos encontramos en un periodo marcado por la subida generalizada de los precios, en esta campaña de navidad se esperan grandes descuentos en el sector textil con el objetivo de dar salida a toda esta mercancía acumulada.
Las dificultades para estas compañías empezaron tras el inicio de la pandemia, con los problemas en las cadenas de suministro, que afectaron a sus fábricas asiáticas. Los cierres por las restricciones sanitarias de los diferentes países provocaron que se perdieran semanas de producción y empezaran los problemas relacionados con la distribución. Sin embargo, también fue en ese momento donde sus ventas empezaron a dispararse.
Los confinamientos limitaron la cantidad de dinero que las personas podían gastar en servicios como restaurantes, viajes u otro tipo de ocio. Esto derivó en un mayor consumo discrecional, como la compra de ropa deportiva, ya que, al pasar más tiempo en casa, las personas querían vestir más cómodas. Además, los estímulos fiscales y monetarios aumentaron todavía más el poder adquisitivo de los consumidores, lo que provocó que muchos inversores empezaran a descontar un crecimiento en las ventas que se vio interrumpido con la reapertura.
En estos momentos, la economía se encuentra en un punto totalmente distinto. Todo ese consumo desmedido dio lugar a las mayores tasas de inflación de las últimas cuatro décadas, lo que ha obligado a los bancos centrales a subir los tipos de interés de manera rápida y contundente. Existe el temor de que esta situación nos lleve a un proceso de desaceleración que termine en una nueva recesión global. Las compañías textiles como Nike y Adidas seguirán sufriendo con las perspectivas de un menor consumo, la acumulación de inventarios y un estrechamiento en los márgenes derivados de las subidas de los materiales y la energía.
Sin embargo, la mayor parte de estos factores están recogidos en el precio y el margen de caída parece cada vez más limitado. No hay que olvidar que se trata de dos de las marcas más reconocidas a nivel global y que durante los últimos años han demostrado su gran capacidad para reponerse de las caídas. Ahora están centradas en mejorar sus canales de venta directa para tener una menor dependencia de los intermediarios y de potenciar un tipo de ropa más casual que marque tendencia e impulse sus ventas. El mundial de fútbol y la reapertura de China, que supone cerca del 20% de sus ingresos, podrían suponer un punto de inflexión definitivo en la evolución de ambas compañías.
Joaquín Robles, Analista de XTB
Joaquín Robles estudió Ciencias Empresariales en la UFV y completó su formación en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) y el Instituto de Empresa (IE). Posee la acreditación European Financial Advisor de la asociación EFPA y la de Gestor de Patrimonios del IEAF. Es colaborador habitual en los principales medios de comunicación y trabaja en XTB desde 2013